Mula celebró su primera década de carrera con el lanzamiento de Eterna, su cuarto álbum de estudio, una declaración sonora que viaja entre lo atemporal y lo futurista. Estrenado el pasado 25 de junio, el disco compuesto por 12 canciones reafirma la identidad del trío dominicano y marca un nuevo punto de partida hacia los próximos diez años de su historia.
Desde que Eterna fue liberado, la respuesta del público ha sido tan emotiva como inmediata. "Una vez que la música sale, ya le pertenece a quien la recibe", dicen sus integrantes, visiblemente conmovidas. Esa conexión directa entre oyentes y artistas, entre beats y emociones, se ha convertido en una constante en la trayectoria de Mula, formada por Cristabel Acevedo, Anabel Acevedo y la productora Rachell. Juntas, han forjado un estilo que atraviesa las fronteras del merengue, la electrónica, el pop y la experimentación sin perder de vista la identidad caribeña que las impulsa.
¿Por qué Eterna?
El nombre no es casualidad. Si bien el universo de Mula siempre ha estado asociado con una estética futurista, esta vez quisieron hablar de lo que trasciende al tiempo, de lo que permanece. "Eterna encajaba perfecto con ese concepto de romper con el tiempo y perdurar", explican. En sus propias palabras, el término remite tanto a una emoción como a una filosofía de vida: canciones que no pertenecen a una época concreta, sino que pueden sonar igual en el 1800 que en el 2800.
La selección de las 12 canciones fue un proceso tan intuitivo como curado. Rachell tenía una carpeta con más de 100 demos, y eligieron aquellas piezas que las hacían vibrar. "Queríamos que conceptualmente tuvieran esa idea de algo que perdura, pero también que nos resonaran personalmente", afirman.
Un disco, muchos mundos
Cada canción de Eterna es un universo sonoro. Algunas como Popsy 404 exploran las paradojas de las relaciones digitales: "conocí a alguien solo por internet y nunca nos vimos... al final resultó que esa persona ni siquiera era real". La pista se convierte así en una crítica dulce y melancólica a las falsas conexiones de la era virtual.
En cambio, otras como Colmadón se inspiran directamente en vivencias dominicanas: esos viernes por la tarde en una tiendita de barrio donde todo el mundo se conoce y el tiempo se detiene. Y Fugaz reflexiona sobre los amores breves pero intensos: "A veces nos enfocamos tanto en que las cosas duren que nos olvidamos de vivirlas."
Hay también joyas que nacieron de formas poco convencionales. Mar, por ejemplo, surgió a partir de un cuento que Cristabel escribió sobre dos personas en el Caribe precolombino. La narrativa se transformó en canción. En el caso de Visión, el punto de partida fue un track de merengue que Rachell les envió, y que evolucionó hacia una pieza con alma rave, con percusiones grabadas por un músico dominicano. ¡Locura pura!
Colaboraciones que laten
Uno de los aspectos más enriquecedores de Eterna es la presencia de artistas invitadas que elevan el espíritu del disco. Entre ellas están Jessi Bulbo, Javiera Mena, Laura Sam, Luta Cheti y La Le Tompe. "Todas son personas que queremos y respetamos, así que fue muy especial trabajar con ellas".
Con algunas ya había una relación previa: con Jessi Bulbo son amigas desde hace años; con Javiera Mena se reencontraron en Madrid en 2022 y la idea de colaborar surgió de forma natural. El resultado son canciones que amplían el universo de Mula sin perder su coherencia emocional.
Para las Mula del pasado
¿Y si pudieran enseñarle este disco a sus versiones más jóvenes? La respuesta es divertida y tierna: Visión y la canción con Jessi Bulbo serían sus favoritas adolescentes. Hay algo en esos temas que conecta con esa versión de una misma que todavía cree en todo.
Cuando se les pregunta cuál canción representa mejor el espíritu de Eterna, dudan: "Cada una tiene su universo", dicen. Pero se inclinan por la colaboración con Javiera Mena, que mezcla nostalgia, pop y merengue, y por la pista que abre el álbum, que muestra una sonoridad que nunca antes habían explorado. "Esa podría ser una buena puerta de entrada."
10 años siendo Mula
En este punto, mirar atrás también se vuelve inevitable. Al recordar su primer disco, canciones como 1959 y Marinero las sorprenden por su frescura y calidad. "¿Cómo hicimos algo tan bueno hace 10 años?", se preguntan entre risas.
Eterna no sólo es un nuevo álbum: es una reafirmación de la visión de Mula como banda. Su capacidad para mezclar géneros, desafiar estructuras y crear narrativas personales las convierte en una de las propuestas más singulares de la música latina contemporánea.
El futuro que ya es
Lo atemporal y lo futurista no son ideas opuestas para Mula, sino una misma intuición: la de crear algo que dure, que se reinvente con cada escucha, que no pierda relevancia ni intensidad. Eterna es, en todos los sentidos, un manifiesto de permanencia.
Si sus primeros diez años fueron una exploración de lo posible, los que vienen prometen ser una afirmación de lo imposible. Y si el futuro ya está aquí, suena a esto.
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